Cuando "Eso depende" puede ser la única respuesta correcta

Uno de los aspectos claves en los que se basa la planificación de la continuidad del negocio, según las metodologías basadas en la ISO 22301, es el establecimiento del "tiempo objetivo de recuperación" o recovery time objective (RTO). Se trata del período de tiempo prioritario para reanudar una actividad o proceso interrumpido. Por años, los profesionales de la continuidad del negocio hemos tenido conversaciones como esta:
 
—Si ocurre un evento de interrupción, ¿en cuánto tiempo debería poder recuperarse tu proceso?
—Bueno... eso depende— es lo que suele responder el dueño o responsable del proceso.
—Pero, pongámonos en el peor escenario.
—¿Una catástrofe?
—Sí... un terremoto, por ejemplo. ¿Ese sería tu peor escenario?
—Sí, claro. Si ocurre un terremoto, no solo yo voy a estar afectado, así que imagino que podría recuperarme en tres o cuatro días.
—¿Tres días, entonces?
—Espera... pero si mi competencia se recupera antes, yo no puedo quedarme atrás... Depende, pues. Si la afectación no es tan grande, quisiera poder recuperarme en dos días máximo, ¿no?
—¿Te parece, entonces, dos días?
—Sí.
—De acuerdo, entonces tu proceso deberá recuperarse como máximo en dos días.
—Pero, ¿y si no es un terremoto, sino una falla de sistemas? ¡No puedo estar todo un día parado... Me matan!
—Entonces, ese es tu peor escenario... que se afecte tu proceso solamente, pero que el resto de la empresa esté bien, y también tus clientes, obviamente, ¿verdad?
—¡Claro! 
—En ese caso, ¿cuál sería tu tiempo de recuperación?
—Un día.
—De acuerdo, 24 horas.
—A ver, pero si el evento ocurre cerca de fin del día... es distinto, pues. Si el evento ocurre a las cuatro de la tarde, por ejemplo, es distinto que si ocurre a las 10 de la mañana. ¿Me entiendes?
—Si ocurre a las cuatro de la tarde, entonces... ¿en cuánto tiempo debería recuperarse tu proceso?
—¡Inmediatamente, pues!

¿Para qué se establece el tiempo objetivo de recuperación? Para asegurar que las capacidades de recuperación existentes permitan reanudar el proceso interrumpido dentro de su tiempo objetivo de recuperación; es decir, sirve como parámetro para planificar la continuidad de dicho proceso. ¿Será este un parámetro válido? Como ya vimos, la discusión puede volverse un tanto subjetiva. De hecho, esta conversación en particular pudo haber terminado antes, si es que el dueño del proceso no hubiera cuestionado tanto su peor escenario. 

Pero lo más importante es que el tiempo en que debería recuperarse un proceso o actividad realmente dependerá de la situación y el momento en que ocurre la interrupción, del entorno interno y externo de la empresa, y de otras variables —conocidas y desconocidas— mayormente impredecibles. De hecho esta es una de las lecciones que nos está dejando la crisis de la COVID-19.

Quizá sea el momento de que respuestas como “Eso depende” o “Lo antes posible” no solo se conviertan en respuestas válidas, sino que sean las únicas respuestas posibles, y que a partir de estas construyamos una nueva forma de planificar la continuidad del negocio.

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